martes, 4 de octubre de 2011

Así.

Creo que decir (nos) y pensar que no estamos solos es otra manera de recordar (nos) que lo estamos, como cuando en la película de los increíbles Elastigirl le dice a Dash que todos somos especiales y él contesta que es una bonita forma de decir que nadie lo es, así.

Hoy ando de forever alone y por eso es que ando en el blog, sucede que siempre me vienen hartas ideas para escribir después de media noche.
Antes cuando era niño me daba miedo la noche, ahora también, tanto que hace algunos ayeres me daban unas crisis de ansiedad tan tremendas que me tenían que llevar a urgencias porque parecía que me había vuelto loco,  de esos que no hacen caso a ninguna indicación y parece que el mismísimo satanás los tiene poseídos, así.

Estuve pensando desde hace unos cuatro días la complejidad de los pensamientos y peor aún la complejidad de expresarlos tal y como suceden dentro, ahí en sepa que rincones, porque según sé, ni los psicobiólogos o los neurofisiólogos saben exactamente el área cerebral o estructura en donde estos se realizan o se acumulan, digo sabemos que se puede notar por tomografía dónde hay más actividad y/o flujo sanguineo, pero saber dónde se aloja algo tan subjetivo, nunca. 
Regreso pues que pensaba en que si nunca decimos lo que pensamos entonces qué caso tiene que lo pensemos. Como cuando piensas en tu ex, pero nunca se lo dices, así.

También pensaba en lo fácil que es cambiar las versiones y que haya tremenda diferencia entre lo que pensamos y lo que decimos. Resulta super cómodo fingir que piensas cosas positivas de alguien/algo aunque por dentro generes pura mierda para él o ella. Como cuando haces creer a alguien que es tu amigo y que lo amas y que le dices que piensas/crees que es lo máximo, pero en realidad te caga en la puta madre, así.

Pero como bien les dije a mis amigos en este fin de semana, hay cosas que uno cree y piensa que aprende a no decir. Por eso, supongo que hoy no estoy diciendo en realidad lo que estoy pensando.


Ya me voy.

Ah, quería escribir sobre lo siguiente: A todo se acostumbra uno, hasta no comer, pregúntenle a los anoréxicos.


Los quiero, adiós.










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